La disminución de los recursos hídricos, la escasez de alimentos y la necesidad de eliminar el CO2 atmosférico son actualmente los principales problemas que, frente al cambio climático, el mundo debe afrontar.
Ante esta situación, hay una planta que se cultiva en el noroesta argentino (NOA) y que tiene mucho potencial para atender parte de estas demandas: la tuna.
En la actualidad, las plantaciones comerciales de tuna a gran escala se implementan con éxito en México, Sudamérica, África, Oriente Medio y varias otras zonas, que comprenden una superficie de 3 millones de hectáreas. Este cultivo multipropósito en Sudamérica se ha desatendido, salvo Brasil, con avances significativos.
Además, el cultivo se realiza en tierras marginales subutilizadas y de bajo costo, cruciales ya que el 40% del área de la Tierra con una población de dos mil millones se considera árida donde el agua los recursos y la producción de alimentos son limitados.
EL DESAFÍO NACIONAL DE LA TUNA
Dicho esto, existen especies que no necesitan demasiada agua para producir con eficacia y su producción se concentra en regiones áridas y semiáridas.
Un caso particular es la tuna, cuya características sobresaliente es que se puede usar como fruta, derivados y forraje para los animales.
Se trata de un cultivo capaz de crecer en tierras donde otros cultivos no prosperan. Puede ser usado para la restauración de tierras degradadas en muchos países, tales como Etiopia, es el único cultivo en el cual se prospera donde todos los demás han fallado.
La disminución de los recursos hídricos, la escasez de alimentos y la necesidad de eliminar el CO2 atmosférico son actualmente los principales problemas que, frente al cambio climático, el mundo debe afrontar.
Ante esta situación, hay una planta que se cultiva en el noroesta argentino (NOA) y que tiene mucho potencial para atender parte de estas demandas: la tuna.
En la actualidad, las plantaciones comerciales de tuna a gran escala se implementan con éxito en México, Sudamérica, África, Oriente Medio y varias otras zonas, que comprenden una superficie de 3 millones de hectáreas. Este cultivo multipropósito en Sudamérica se ha desatendido, salvo Brasil, con avances significativos.
Además, el cultivo se realiza en tierras marginales subutilizadas y de bajo costo, cruciales ya que el 40% del área de la Tierra con una población de dos mil millones se considera árida donde el agua los recursos y la producción de alimentos son limitados.
EL DESAFÍO NACIONAL DE LA TUNA
Dicho esto, existen especies que no necesitan demasiada agua para producir con eficacia y su producción se concentra en regiones áridas y semiáridas.
Un caso particular es la tuna, cuya características sobresaliente es que se puede usar como fruta, derivados y forraje para los animales.
Se trata de un cultivo capaz de crecer en tierras donde otros cultivos no prosperan. Puede ser usado para la restauración de tierras degradadas en muchos países, tales como Etiopia, es el único cultivo en el cual se prospera donde todos los demás han fallado.
La experta recibió consultas de Uruguay, Chile y Bolivia, también interesados en cultivar para forraje. En la universidad santiagueña trabajan en un proyecto que elevaron a Nación para poder financiar sistemas de cultivo intensivo para alimento de animales.
“El cambio climático provocó que empiecen a pensar en cultivos que puedan tolerar altas temperaturas, suelos pobres y ambivalencias en el clima respecto a momentos de heladas, calor o altas temperaturas”, sostiene.
Cómo forraje, la tuna se comporta como un cultivo inmejorable para estas regiones productivas. “El 90% de los cladodios se compone de agua, con lo cual cumple un rol sustancian en las necesidades de hidratación de los animales en zonas con deficit de agua”, insistió.
Pero además, contó que tiene aspectos nutricionales claros para cumplir necesidades en la ganadería bovina, caprina, ovina, entre otras. “Además de ser un tanque australiano por las reservas de agua que contiene, puede reemplazar hasta en un 70% al maíz, con lo cual abarata costos y nos brinda otra alternativa de alimentación”, dijo con contundencia.
EN TIERRAS MARGINALES
Pocas especies vegetales son capaces de incrementar la productividad de la tierra en tasa tan alta, especialmente en tierras marginales caracterizadas por su baja eficiencia de uso de la lluvia (RUE) medida en kg de materia seca (MS) por mm, por año.
Los cladodios de la tuna son ricos en agua, azucares, cenizas y vitaminas A y C, pero son deficientes en proteína cruda. Por lo tanto, los suplementos con nitrógeno en dietas que contengan nopal son indispensables para asegurar la actividad microbiana del rumen y mejorar el rendimiento del ganado.
UNA OPORTUNIDAD ADICIONAL: LA GRANA COCHINILLA
Como si esto fuera poco, la tuna tiene otra alternativa de mercado que cautiva al mundo: la posibilidad de obtener grana cochinilla, un colorante natural de origen prehispánico que se convirtió en un producto internacional.
“La grana cochinilla es un insecto que vive como huésped específico en la tuna, de la cual se extrae el ácido carminico, que es uno de los principales pigmentos para colorear y dar una gama de colores rojos”, cuenta la entrevistada.
Por ese motivo, Santiago del Estero es la provincia en la que se registra como exportadora de grana cochinilla en 1853. La hembra de esta especie, cuyo ciclo de vida es de tres meses, es la que contiene el ácido carmínico, sustancia que se utiliza como colorante. Este pigmento lo utiliza como un mecanismo de defensa frente a depredadores como las hormigas.
Por su parte, el macho no requiere de esta defensa puesto que su clico vital es breve, se reduce a una semana en la que cumple con la función reproductora para después morir.
Las plantaciones comerciales de tuna dedicadas a la cría de cochinilla se hacen preferentemente con variedades sin espina, ya sea cielo abierto o bajo cubierta. Los cultivares más preferidos son los de frutas amarillas, pero también se encuentran de frutas blancas y moradas.
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