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“El campo me salvó”

  • agroganadera7260
  • hace 7 horas
  • 2 Min. de lectura

Vivía en un country de Zona Norte, vendió su casa en 24 horas y volvió a su pueblo


Andrea Aira (36) vivía en un country de Zona Norte con su familia, y trabajaba en una inmobiliaria. Cuando los gastos fijos fueron difíciles de sostener jamás creyó que en Saladillo, su ciudad natal, iba a reencauzar su vida.


Pasó de estar rodeada de mansiones, el asfalto perfectamente señalizado y la visita de los carpinchos en el patio, a convivir con el verde de la llanura bonaerense, los pozos de los caminos rurales y el olor de la hacienda.


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“Yo era de las que veía bosta y sentía asco, y hoy no hay nada que me haga más feliz que llegar a casa y estar llena de tierra. Volví triste a mi pueblo, y cuando descubrí el campo, me enamoré”


Cuando se instaló en Saladillo, Andrea trabajó en marketing; hizo tareas administrativas en una panadería que tenía unos 20 empleados; y su hermano le propuso ocuparse del campo. Lo que al principio le pareció una idea descabellada, hoy es el leit motiv de sus días.


“Por estar en el rubro, la casa del country la vendí en menos de 24 horas. Jamás imaginé volver a vivir en el pueblo, me aburría acá y empecé a pensar qué podía hacer. Por mi hermano empecé completando planillas, pagando a provedores y él se dio cuenta que yo podía hacer más cosas”, detalló Andrea.


“Eso que muestro en redes es lo que soy”


Su transformación fue rotunda. Antes todo “le daba impresión”, y después de animarse a “ensillar sola un caballo” empezó a incorporar más actividades del agro.


“Cuando me separé empecé a ir al campo, y el campo me salvó porque siempre hay algo para hacer. Si no lo hubiese tenido, iba a seguir tirada en el sillón, y si me preguntás, no vuelvo más a Capital. Yo no podía ni ver una jeringa, y ahora vacuno, curo a los terneritos... Hago todo menos tacto”, dijo.


Andrea asegura que aprendió “desde cero”, y que a las hectáreas de su familia había ido, como mucho, dos veces en su vida.


“Eso que muestro en redes, es lo que soy. En los pueblos se necesita gente para trabajar, y no es necesario tener tierras. Laburo hay, y lo que hay que tener es ganas de aprender”, reflexionó.

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